28/12/12

La gestión de la calidad en la Administración Pública

La gestión de la calidad en la Administración Pública Iberoamericana para un desarrollo al servicio de los ciudadanos 

El concepto e implementación de la calidad en la gestión se ha transformado en un objetivo decisivo en el desarrollo de la Administración Pública en Iberoamérica. 

Un testimonio de ello lo constituye la aprobación de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública en la Conferencia Iberoamericana de Ministros de Administración Pública y Reforma del Estado en junio de 2008, y su adopción posterior por la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. 

La Carta entiende por Calidad en la Gestión Pública una "cultura transformadora que impulsa a la Administración Pública a su mejora permanente para satisfacer cabalmente las necesidades y expectativas de la ciudadanía con justicia, equidad, objetividad y eficiencia en el uso de los recursos públicos"

Si, entre varias acepciones posibles, entendemos por "cultura" al conjunto de normas, dispositivos y prácticas que procuran y especifican tal transformación, entonces se abre un amplio y complejo desafío para la discusión teórica y práctica de lo implicado por Calidad en la Gestión. 

En efecto, un abanico temático posible para los paneles de esta área lo constituyen las investigaciones que van desde la precisión de su definición y los indicadores a través de los cuales la medimos, hasta la indagación sobre las herramientas y procesos que conducen a su mejor implementación en nuestros países. 

Sin embargo, aquella amplitud y complejidad del tema corre el riesgo de no ubicarse en la realidad misma de la gestión diaria, y desvanecerse en vagas ideas conceptuales o prácticas autocomplacientes. 

Un modo posible de no ceder a esta tentación es focalizar la discusión en el sentido último de cualquier proceso de implementación en la Calidad de Gestión: ¿calidad para qué? ¿Cuál es la finalidad y propósito de este o aquel parámetro de indicadores? ¿Y cuál la conveniencia o utilidad de esta o aquella herramienta de gestión? ¿Y los de tal evaluación de resultados? 

Esta inquisitoria está muy unida al objetivo final e insoslayable de cualquier tarea de una gestión con calidad, y preocupación de esta área temática: el servicio al ciudadano. 

Ello precisa la indagación y amplía el abanico de preguntas posibles y relacionadas con el tema en cuestión: ¿de qué modo tal o cual dispositivo institucional o de gestión contribuyeron a la satisfacción de necesidades ciudadanas? ¿De qué manera tal análisis de calidad brindó información sobre el efecto de una acción o reforma sobre la población? ¿Cómo ciertos controles tuvieron como orientación final el impacto en sus expectativas y condiciones de vida? ¿Los programas presupuestales tienen indicadores y metas con perspectiva ciudadana o sólo la perspectiva burocrática? ¿Los aumentos de ingresos vía más impuestos corresponden a intereses de los ciudadanos o únicamente al de las autoridades gubernamentales?, entre otras preguntas de similares tipos.

Más aún, la gestión de la Calidad en la Administración Pública debe buscar no sólo satisfacer las expectativas e intereses individuales per se, sino vinculadas a un contexto social mayor, en el que las asimetrías de recursos individuales y grupales producen desigualdades de acceso y usufructo de los beneficios públicos. 

Por ello, aquella cultura transformadora pretende la satisfacción ciudadana en un contexto de principios ordenadores de la Calidad de la Gestión: justicia, equidad, objetividad y eficiencia. 

El análisis de acciones e innovaciones conducentes a ello constituyen otro abanico de indagatorias que será muy bien recibidos en los paneles de discusión. La búsqueda y producción de beneficios ciudadanos a través de herramientas de calidad deviene en creación de valor público. 

Se puede pensar que hay creación de valor público cuando cualquier mecanismo o proceso de calidad de gestión incrementa el bienestar individual y social, en un contexto de ciertos principios ordenadores de la vida social. Esta vinculación también amerita nuestros análisis. 

Resumen de la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública: 


Promueve el establecimiento de un enfoque común acerca de las nociones de calidad y de excelencia en la gestión pública, sirve de referencia a las diferentes Administraciones Públicas iberoamericanas en la formulación de sus políticas, planes, modelos y mecanismos para mejorar la calidad de su gestión pública. 

Constituye un marco de referencia que posibilita el desarrollo de procesos de reforma en la Administración Pública iberoamericana mediante el uso de técnicas y herramientas de gestión de calidad en el sector público, las cuales se pueden adecuar a la idiosincrasia de los países iberoamericanos, a las particularidades de sus Administraciones Públicas y a la naturaleza propia del ámbito público. 

La Carta señala dos propósitos fundamentales de un buen gobierno democrático

1. toda gestión pública debe estar referenciada a la satisfacción del ciudadano, ya sea como usuario o beneficiario de servicios y programas públicos, o como legítimo participante en el proceso formulación, ejecución y control de las políticas públicas bajo el principio de corresponsabilidad social;

2. la gestión pública tiene que orientarse para resultados, por lo que debe sujetarse a diversos controles sobre sus acciones, suponiendo entre otras modalidades la responsabilización del ejercicio de la autoridad pública por medio del control social y rendición periódica de cuentas.

La Carta se estructura de la siguiente manera: 

1) El Capítulo Primero contiene los cuatro objetivos fundamentales de la Carta. 2) El Capítulo Segundo, define los principios inspiradores de una gestión pública de calidad. 3) El Capítulo Tercero establece los derechos y deberes de la ciudadanía para una gestión pública de calidad. 4) El Capítulo Cuarto propone nueve ejes y orientaciones estratégicas, y sugiere la aplicación de diversas acciones e instrumentos para lograr una gestión pública de calidad centrada en la ciudadanía. 5) El Capítulo Quinto recoge las consideraciones finales para la optimización en el desarrollo de las orientaciones, acciones e instrumentos de calidad propuestos.

Vea / descargue:

Carta Iberoamericana de la Calidad en la Gestión Pública







23/12/12

The Alberto Haaz Diaz Daily

16/12/12

Gobernanza, el necesario nuevo proceso de gobernar


Gobernanza:
El proceso mediante el cual los actores de una sociedad deciden sus objetivos de convivencia -fundamentales y coyunturales- y las formas de coordinarse para realizarlos: su sentido de dirección y su capacidad de dirección. El concepto implica dos dimensiones fundamentales de la vida humana en sociedad: la intencionalidad social y la capacidad social de transformar los propósitos en realidades.
Me parece muy recomendable la lectura de un ensayo de ciencia política, "Gobernanza: el nuevo proceso de gobernar"(*), escrito por Luis F. Aguilar en el que plantea claramente los elementos que diferencian la gobernabilidad y la gobernanza.
Aunque ambos conceptos se refieren a la capacidad o la eficacia de gobierno, la gobernabilidad “denota la posibilidad o probabilidad de que el gobierno gobierne a su sociedad”, tan es así que la ingobernabilidad “significa la posibilidad o probabilidad de que el gobierno deje de gobernar a su sociedad, no la gobierne”.
Por su parte, la gobernanza es un concepto más actual, amplio y profundo, que se utiliza para “denotar el conjunto de las actividades que se llevan a cabo a fin de dirigir a la sociedad, que implica la acción del gobierno, pero no se reduce a ella, sino que incluye además, la acción de actores económicos y sociales”. Es decir, la gobernanza implica no sólo la acción eficaz del gobierno, sino también la participación activa y coordinada de otros, es un enfoque más integral de la acción social y gubernativa.

Desde esta perspectiva, la gobernanza es un proceso de la acción del gobierno, de la sociedad civil, de los actores económicos y políticos en la correcta orientación del rumbo de la sociedad. 
De ahí que la ausencia de capacidades sociales se convierte en el principal problema de nuestro país, porque nunca será suficiente la sola acción efectiva del gobierno (mayor gobernabilidad, con todo y el uso legitimo de la fuerza, de los recursos policiacos, militares o judiciales de los que puede echar mano), para arribar a mejores condiciones de sociabilidad y al bien común.

En las condiciones actuales de nuestro país -y en cada entidad federativa-, resulta imprescindible lograr cada vez mayor gobernanza (de la cual la gobernabilidad sería uno de los elementos esenciales, pero no el principal), para sortear los desafíos que enfrentamos.

Existen tres principales problemas en México, uno que amenaza no sólo la estabilidad del gobierno, sino la tranquilidad y la seguridad de todos los ciudadanos: el crimen organizado. Otro, que sintetiza los niveles de injusticia y desigualdad social que todavía persisten en el México del siglo XXI: más de 40 millones de pobres, 20 de ellos en situación de pobreza extrema. El tercero, la parálisis política que pone en jaque la aprobación de reformas necesarias para el crecimiento del país.

En este escenario, ¿es posible hablar de gobernanza en un país con una democracia cara y a la vez débil, y con un ambiente político que reproduce constantemente las prácticas autoritarias y clientelares del siglo pasado?

La respuesta se encuentra en un cambio en la concepción de la acción de gobierno, un cambio en la práctica del gobierno mismo, en el que se pase de un “centro de gobierno” a un “sistema de gobierno”, de un tradicional sistema jerárquico y vertical a un sistema cooperativo e interdependiente entre las entidades gubernamentales, las organizaciones políticas y la sociedad civil.

Las condiciones para este cambio en la concepción del gobierno se encuentran en una efectiva disposición de los actores a trabajar en coordinación, más que en subordinación o conflicto, a establecer puentes de diálogo, mecanismos de entendimiento, de negociación, de acuerdo y compromiso.

La gobernanza no es sólo un concepto académico; se refriere a la necesidad real de atender problemas, demandas sociales, políticas y económicas básicas, como la seguridad pública, la pobreza, el empleo, el combate a la corrupción, una efectiva rendición de cuentas, el respeto a los derechos humanos y políticos. 
Con ella es posible construir procesos políticos, económicos y sociales que permitan una efectiva cooperación entre diversos actores que demuestran una y otra vez que sí se puede conseguir un cambio. 
 
Para andar ese camino es necesario que nuestros políticos comprendan o acepten de una vez por todas que el gobierno partidocrático por sí solo no cuenta con todos los recursos y capacidades (políticos, financieros, técnicos, organizativos) para resolver los complejos problemas que enfrentamos; además, los ciudadanos necesitamos asumir un papel cada vez más protagónico.
 
Urge un cambio en el modo de gobernar, que transite de la unilateralidad gubernamental frente a la oposición política a una nueva forma de gobernanza, en la que la interdependencia y la cooperación entre diversos actores políticos y sociales sean la base para lograr prosperidad con calidad de vida.
(*) http://ebookbrowse.com/gobernanza-el-nuevo-proceso-de-gobernar-final-2da-edicion-pdf-d308324984
calidad@ahaazd.com 

15/12/12

Gestión del cambio y formación de directivos de administraciones públicas




Una nueva Administración Pública presupone una concepción del Estado menos basada en su carácter de autoridad, complementado por una sociedad inspirada por una filosofía constructivista, donde el estado aparece como producto de las diversas unidades integrantes de la sociedad, orientándolas, mediando entre ellas, sirviéndolas.

Una nueva Administración Pública exige nuevos modelos de gestión, basados más en la gerencia y evaluación de proyectos que en la realización de procedimientos formales, y aprovechar instrumentos nuevos, en especial, las tecnologías de la información, comunicación y sistemas modernos de supervisión y control basados en indicadores de resultados con la perspectiva ciudadana.

Este nuevo estilo de la Administración Pública
depende principalmente de la posibilidad de disponer de directivos calificados y convenientes a los nuevos desafíos. A manera de ejemplo, veamos varias capacidades esenciales necesarias:

1) La capacidad de
conducir procesos de cambio;
2) Capacidades para dirigir personas;
3) Competencias gerenciales dirigidas al logro de resultados
4) Competencias para la gestión de recursos materiales y tecnológicos.
5) Talento para comunicar y establecer alianzas.

Se entiende así la importancia en aumento que se da a la formación de los cuadros de la administración pública, y en especial a sus directivos.

La sociedad moderna ha venido exigiendo la formación profesional específica, después de la conveniente formación académica, para el ejercicio de las diversas profesiones, desde la medicina a la ingeniería, desde el derecho a la Contabilidad; la Administración Pública no tiene que ser excepción. La generalidad de los países de la OCDE exige la formación profesional específica para el acceso al servicio público y programas exigentes para el acceso las principales posiciones.

En este contexto se entiende la importancia y naturaleza estratégica de programas académicos como los que ofrece el Instituto Sonorense de Administración Pública (ISAP), A.C., como son Maestrías en Administración Pública y en Competencias Ejecutivas para la Gestión Pública, Doctorado en Administración Pública, entre otros.

Vea:


@ahaazd